Por un tiempo trabajé con una ONG que apoyaba proyectos de desarrollo en algunos de los lugares más pobres en América Latina. Siempre me sorprendió ver cómo venían los camiones cargados de botellas de gaseosa, trepando con dificultad por entre trochas lodosas, hacia los lugares más recónditos. A veces llegaban a comunidades que ni siquiera gozaban de agua o desagüe u otros servicios básicos. ¡Pero allí llegaba la Coca Cola! Realmente, estas empresas de bebidas son máquinas agresivas de distribución y publicidad.
También, visitando comunidades flageladas por desnutrición crónica, he observado innumerables veces a niños o niñas mandados a comprar una enorme botella de gaseosa para acompañar la comida, ¡gastando una cantidad de dinero que fácilmente podría comprarles dos tarros de leche o medio queso! ¿Por qué? Creo que a veces no hemos entendido que los pobres son especialmente tentados a comprar productos dentro de su alcance que dan satisfacción y que son símbolos de modernidad y de globalización.
En cierto sentido, las gaseosas son imitación de los jugos de fruta porque ofrecen una combinación de dulzura y acidez. Y esto es a su vez, su aspecto más dañino: su contenido de ácido carbónico (que resulta de la gasificación) y acidulantes permite cargar el producto con azúcar sin que se detecte tanto en el sabor. (Dicho sea de paso, esta combinación de dulzura y acidez produce condiciones ideales para la generación de caries). Las gaseosas son fuente de ´calorías vacías´, es decir, nos ofrecen calorías pero sin ningún otro nutriente o aporte nutricional. ¡Y ni hablar de lo negativo del sinfín de aditivos artificiales como colorantes y conservantes que se les agrega!
En general, los productos más populares de gaseosa contienen alrededor de 10 a 11% de azúcar. Pero existen productos en el mercado que contienen una mayor proporción. Entonces, una gaseosa de 600ml típicamente contiene 12 cucharadas de azúcar. ¡Es simplemente un montón de azúcar y calorías que estamos consumiendo casi sin saberlo! Y los azúcares consumidos en las bebidas no nos dan el mismo sentimiento de plenitud que los alimentos sólidos, de modo que es muy fácil caer en el sobreconsumo de calorías. En América Latina, el consumo de las gaseosas azucaradas regulares está aún muy por encima del consumo de productos ´light´, ya que la gente parece preferir el sabor original y tener cierta sospecha en cuanto a los edulcorantes artificiales.
El país en América Latina que más gaseosas consume es Argentina (155 litros por persona por año). Este país también tiene la mala fama de tener las tasas de obesidad infantil más altas en América Latina. ¿Será casualidad? La OMS reconoce claramente la relación entre el sobreconsumo de bebidas azucaradas y el sobrepeso y la obesidad, condiciones que generan mayor riesgo de problemas de salud no transmisibles graves como diabetes tipo 2, hipertensión, problemas cardiovasculares, asma y discapacidad. Tanto en adultos como en niños, la OMS recomienda que se debería reducir la ingesta de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta total de energía, y que lo más deseable sería reducirla a menos del 5%. Así que, a nivel mundial, las gaseosas azucaradas se presentan como enemigo número uno en lograr estas reducciones en el consumo de azúcares libres, y son una gran preocupación para la salud pública.
Aunque muy tarde, nuestros gobiernos están respondiendo con políticas. En algunos países, como Inglaterra, existe un impuesto sobre las bebidas que excedan cierto porcentaje de azúcar. En otros países como Chile, se han introducido medidas radicales de advertencia en el rotulado para productos altamente azucarados. Otra tipo de medida positiva tiene que ver con asegurar una oferta de alimentación más saludable en las instituciones educativas que excluya las gaseosas azucaradas. Pero lo que falta en general en nuestras sociedades es declarar una guerra más abierta contra las gaseosas azucaradas: ¡Que ya no nos dejemos seducir por la publicidad! Que quede claro que como producto consumido con regularidad, las gaseosas azucaradas no forman parte de una dieta saludable. Para el bien de nuestra salud, debemos restringir su consumo y volver a alternativas más saludables, especialmente el agua, cristalina e hidratante, tal como Dios la hizo.
Ian Horne, Cusco, 10/10/2017
Referencias.
http://www.who.int/elena/titles/ssbs_childhood_obesity/es/
http://www.peru-retail.com/gaseosas-light-presentaran-contraccion-durante-proximos-cinco-anos/
http://www.unsam.edu.ar/tss/bebidas-que-enferman/
http://surenio.com.ar/v1/2017/06/05/desalientan-consumo-bebidas-gaseosas/