El término ´transición nutricional´ se refiere a un proceso de cambio radical en nuestro perfil nutricional, debido a variaciones en nuestros patrones de alimentación y de actividad física. La transición nutricional está muy ligada a los fenómenos de globalización, urbanización, y aumento en la incidencia de enfermedades no transmisibles que se está dando por todo el mundo. Concretamente, la transición nutricional implica un cambio de una dieta tradicional rica en cereales integrales, legumbres, tubérculos y fibra, a una dieta con alta presencia de azúcares, aceites y grasas, harinas refinadas, sal y alimentos de origen animal.
Pensemos en la realidad de la vida urbana y cómo condiciona nuestra dieta. El ritmo de la vida es rápido: hombres y mujeres ambos trabajan y muchas veces por falta de tiempo y voluntad se tiende a comprar comidas procesadas o pre-cocinadas o se come fuera de casa. A fin de satisfacer esta necesidad, hay una creciente penetración de los supermercados y cadenas de ´comida chatarra´ cuya oferta incluye muchos alimentos ultra-procesados, basados en harinas refinadas, azúcares y grasas. Muchas personas en las ciudades que ahora están disfrutando de mejores ingresos van aumentando su consumo de carne, pescado y productos lácteos.
Por su parte, quienes tienen bajos recursos en la zona urbana tienden a buscar maximizar su satisfacción calórica, enfocando su consumo en alimentos procesados baratos y energéticos. Sin duda, hay un aspecto de ´estatus´ en nuestra selección de dieta urbana, y dejamos de comer las comidas nutritivas y tradicionales de la infancia o de nuestro lugar de origen. Además, en el ámbito urbano, en todas las edades y niveles económicos se registra una baja notable en la cantidad de ejercicio físico, lo cual perjudica el equilibrio energético del cuerpo.
Y ¿cuáles serían las consecuencias nefastas de la ´transición nutricional´ para la salud humana? Pueden resumirse en: una verdadera explosión en la incidencia de la obesidad y el sobrepeso, de la presión alta, de enfermedades cardiovasculares, diabetes y en la incidencia de ciertos tipos de cáncer. En América Latina el proceso se ha dado con mayor fuerza durante las últimas décadas, de tal modo que países como Argentina, Chile y México tienen la mala fama de encontrarse entre los más obesos y diabéticos del mundo. ¡Y el Perú está en este mismo camino!
Para los países de mediano ingreso como el Perú, la transición nutricional presenta una ´doble carga´ para los servicios de salud: mientras sigue la batalla contra la desnutrición crónica y la anemia, cada vez hay un mayor porcentaje de población que sufre de sobrepeso y obesidad, y una mayor incidencia de enfermedades no transmisibles relacionadas con el sobreconsumo.
Otro aspecto muy perturbador de la transición nutricional es el aumento en el consumo de productos de origen animal como la carne y productos lácteos, una tendencia que además de tener efectos sobre nuestra salud, es sumamente dañina para el planeta. Poniendo la carne de res como ejemplo: la crianza de las vacas es la causa principal de la deforestación en la Amazonía y requiere de cantidades enormes de agua. Su producción intensiva se basa en el uso de alimentos como soya y maíz que generan su propio daño al medio ambiente debido a las vastas cantidades de tierra, fertilizante, pesticidas y agua empleadas en su cultivo. Finalmente, la producción de la carne de res es la que más contribuye mundialmente a la generación de gases de invernadero y al fenómeno del calentamiento global.
Concluimos que uno de los desafíos más grandes de nuestra era a nivel mundial, es la transformación de los patrones de consumo de alimentos, denominado la “transición nutricional” . Frenar los terribles impactos de este proceso sobre la salud y el medioambiente, solo se logrará mediante consensos y compromisos a todos los niveles e instancias: desde los ámbitos internacionales, gubernamentales y comerciales hasta la familia local que es productora y/o consumidora, y mediante la promoción de procesos de profundo y saludable cambio en nuestras dietas.
Ian Horne, Cusco, 31 de julio, 2017